Caminé lento. El frío erizaba la sangre debajo de mi piel. Lunes, nublado empezó la semana previa a mi cumpleaños. Estaba a una avenida de distancia de la puerta de tu departamento. Un vals oriental penetra mis oídos para que no duela tanto. Siempre mis pasos son lentos cuando paso por ahí como si una parte de mi alma quisiera cruzarte para sacar esta adicción y darla por terminada de una vez por todas. Como si de la nada abrieras la puerta y salieras perfumado hacia mi aunque solo seas otro fantasma. Me quedo quieta y siento pánico con un vacío en mi estómago apretándome todo mi abdomen porque diviso una figura en el balcón. Pienso estar demente, a veces siento que fuiste producto de mi imaginación. Pero no eras vos, empieza a dolerme el pecho y lágrimas caen hasta agujerear el piso. Sigo caminando, siento que solo quedan cenizas de aquel hombre, de aquel joven de 15 años, de aquel niño herido, de aquel ser del que me enamoré solo quedó polvo esparcido por el espacio que el viento del atardecer se lleva lejos. Ya no existes, ya no hay nada.
Que no azoten más pesadillas en el alba de la vida Imágenes borrosas penetran mis sienes Y quiero romper con mis dientes todo hilo que nos une Porque ya está, ya fue Sos un simple vestigio Que de vez en cuando quiere seguir en mi camino Y a lo lejos se escuchan versos cantados con tu risa maquiavélica Queriendo asustarme y deletreando palabras que intentan quebrarme pero Para tu sorpresa ya no perteneces, ya no existis tu muerte fue prematura y estoy en paz al fin