no siento las piernas como propias
pierdo las coordenadas de este sendero erroneo
el vacío toca la puerta como un viejo amigo borroso
me entrego a la divinidad de la noble incertidumbre
me dejo caer entre el cielo y el infierno
para poder discernir si la realidad es otro delirio
uno de tantos en este encierro prolongado