Ahora es cuando flasheo que soy una escritora furiosa escapándome de una clase virtual de una materia que no pude seguirle el hilo. El té de boldo me incita a llamar y buscar mi máquina de escribir para desgarrar el papel con más penurias o cuentos eróticos en tinta y con un fuerte "tic" al final de cada renglón. 

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