Sueño I

Era atardecer, lo digo por el cielo rojizo que reflejaba todo a su paso. En la vida real, no suelo caminar por la Av. Colón avenida en la que vivís y la que esta a cinco o seis cuadras de donde resido por obvias razones. Casi dos años y todavía cuando paso por el bondi siento escalofríos como si un viejo recuerdo perforara mi ser. Esta vez no sé por qué lo hice pero en todos los sueños es lo mismo, o la misma rutina, o los mismos latidos o el mismo nerviosismo que siempre trato de borrar y no puedo, me cuesta. Pasaba por ahí con una esperanza vital de que aparecieras, y así fue bajabas la escalera con un montón de ropa que seguro llevabas a la lavandería, eso supuse aunque sabía bien que tenías un lavarropa. Me veías como si no fuera nadie, un fantasma después te dabas vuelta y me abrazabas. En ese momento, te alejé unos metros, te contemplé entero de los pies a la cabeza y con mis dedos empecé a rozar tu cara: parpados, pestañas, lunares, labios, nariz. Me acerqué tanto a inhalar ese aroma intoxicante de la curvatura entre tu cuello y el hombro que pensé que me iba a quedar sin aire, olfateé esa zona como si fuera mi perfume favorito. Fue tan real que recordarlo me asusta ¿cómo pudo haber sido tan fuerte la sensación de sentir tu olor? A lo mejor inconscientemente es lo único que me ata a alguna memoria linda de nuestra relación. 

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